Microhistorias

Esa

Eres la loca esa, la de la ropa sucia y la mirada marchita. La que oculta el pelo mohoso con un pañuelo y una sonrisa caducada. La que no tiene nombre, la que vive entre las ruinas, las de piedra y las de su vida.
Todos te juzgan sin molestarse en saber que renunciaste al mundo, ese que te lo arrebató todo, cuando intentabas dar a luz y solo salieron sombras.


Sabiduría popular

Mamá es muy sabia. Como buena madre nos ha hecho esperar un buen rato antes de permitirnos entrar en el lago, por eso de la digestión.
El monstruo acaba de comerse a un bañista, así que disponemos de dos horas para jugar en el agua, antes de que vuelva..


Eternidad cautiva

Como el hito de un camino, el nombre tallado marca la dirección de mi vida, delimita el punto de esta existencia. Hasta aquí llegué, dice.
Tú no lo sabes, aún, pero la talla del nombre en esta pétrea soledad me obliga a perdurar en su eternidad.
Mis gemidos nocturnos, esos que desoyes, te hablan de eso, te imploran que lo borres, que me liberes.


Aficiones

Hoy es noche de siluetas. Tengo una colección envidiable, por su variedad de personajes. El secreto está en saber deshacerse de los cuerpos


Ruptura

Fue un viernes cuando decidí marcharme, para siempre. Cerré la puerta con demasiada fuerza quizás. Las escaleras se desplomaron sobre él convirtiéndo en escombros y sangre sus planes de futuro.

Quedaron tantas cosas por decir que no puedo evitar pasar cada viernes para ver esa silueta que siempre mira desde la ventana de arriba, desde la corta distancia de esa otra vida que nos impide volver a intercambiar palabras.

Ninguno de los dos hemos faltado nunca a la cita.


El poder de la luz

La luz de la vela, tenue y a baja altura, perfilaba mis trazos con sombras alargadas, profundas, oscuras. La llama, con su danza trémula cargaba los textos con la dosis justa de desesperación al saberse consumida.

Mis historias de terror eran redondas, perfectas. Lástima que al leerlas al día siguiente, con la luz del sol las letras perdieran todos sus miedos.


Cuentos

A mamá le fascinaba la historia de La Cenicienta, en especial la parte en que ella perdía el zapato de cristal y el príncipe azul lo utilizaba para encontrarla. De niña me lo leía una y otra vez, imagino que intentaba contagiarme de sus sueños y esperanzas.

Cómo explicarle que yo busco a otra princesa con la que compartir todo mi armario.


Paralelismos

Junior corrió a sentarse junto a su padre, frente a la hoguera rodeada de pequeños. Era la hora idónea para las historias de miedo.

—Lo que os voy a contar transcurre en un mundo en el que dicen que hay humanos que cosechan calabazas —comenzó a narrar el adulto—, y ya imaginareis para qué.

—Espera papá —le interrumpió Junior—. Aquella se está apagando.

El pequeño cogió una delgada ramita en llamas y la introdujo, buscando la vela mortecina, por la boca abierta de aquella cabeza de niño humano vaciada esa misma tarde.

Imagen: Kyle and the Influence, de Jamie Wyeth


Placer oculto

Tal era su pasión por los libros que el bibliotecario no dudaba en lamer su dedo cada vez que necesitaba correr una página.


El futuro no espera

Siempre pensé que tendría tiempo para todo, que llegado el momento pasaría mis días viajando.
De pronto me veo aquí, descubriendo que en lugar de un billete de embarque, sostengo una fría moneda de oro que ni siquiera es para mí.

Fotografía de Eduardo Carretero


La escalera

Como es habitual en las casas viejas, las paredes no están completamente rectas. Si la miras desde abajo, la derecha se cierra un poco hacia la izquierda en la parte de arriba.

Sólo tiene quince escalones y sus peldaños son algo estrechos para los pies de un adulto. Es difícil moverse en ella con soltura, por eso pienso que los pasos que corretean por ella cada noche tienen que ser de niños.